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·Con esto se expresa toda la importancia de la predicación, lo divinamente grande del mi– nisterio de la predicación. «¿Qué pides a la Igle– sia?», se nos preguntó un día antes de n:qestro santo bautismo. «La fe», respondimos. «¿Qué te da a ti la fe?», añadió el sac.erdote. ~<La vida eterna'», replicamos. La fe es precisamente, como enseña la Iglesia, <<el principio de la salvación humana, el fundamento y rai.p de toda justifi– cación» 2 , esto es, el terreno y receptáculo fun– damental de la vida diyina en nosotros, el ger– men de la vida eterna. Pero ,«la fe e,s por la pre– fücadón». · b) .. La ,experiencia y la historia de la Iglesia y de. Jas almas confirman esta importancia fun– damental de la predicación. La historia del reino de Dios en su cUfusión ,exterior y en su eficacia transformadora de las almas, es en gran parte la historia de la :predicacion y de su poder di– vino. ¡ Qué riqueza ha salido de la semiJla que esparcieron los doce pescadores galileos,. el .Após– tol de las Gentes, y millares después de ellos! Insignes predicadores labraron y transformaron países enteros. ;pensemos solamente en los gran– des apóstoles de nuestra Orden: Antonio de Pa– dua, Bertoldo de Regensburg, Bernard;ino de Sie– na, Jacobo de la Marca, Juan Capistrano, ;Leo– nardo de Porto Miaurizio, Loreu:w de B1tndis, José de Leonissa, Benito 1 de Urbino, Diego de Cádiz, Marcos de ,Aviano, y tantos otros. ,A.demás, la eficacia de la palabra díyina por la predicación se. sustrae en grandísima parte a la observación humana. Sólo Dios y el Angel de 1a Guarda es– tán en el secreto. Muchas veces la semilla divina puede caer en tierra dura y rocosa y quedar infecunda. Pero - 323 -

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