BCCCAP00000000000000000001350

siempre mejor el pequeño mundo de nuestro corazón y con esto ,consigue también un cono– cimientq muy profundo del mundo que le rodea. Por esp los hombres de oración fueron siempre grandes conoe,edores. de !l.0$ .hombres. P.e su .tra– to con Dios y ,de su recogimiento sacaron. y no en último lugar, su conocimiento del mundo y de los hombres. .l\Jdem;1s, la palabra del apóstol debe ser .viva y cálida, de lo.contrario no pue-de despertar :vida alguna, deja frío y muerto. «Quien no arde no incendia», dice San .Gregorio. Ahora bien : nues.,. tra palabra recibe alma, -calor y poder sobrena– tural principalmente en el trato con :Pio,s. En la oración refl.exiva .de las verdades de la fe,. en la aplicación de ,estas verdades a la propia .vida, y en la Jucha con la ayuda de (Dios. para la ~on– formación de la vida según ,estas verd,ades, el alma se conmueJV:e y enciende. Si después .. ha– blamos de estas y,erdades a los. demás, repercute en ellos la profunda emoción personal, se hace palpable el calor del alma. Las palabras salen del corazón y van al corazón, manifiestan y despiertan vida sobrenatural, encienden porque están ,encendidas en el corazón de Dios, fecun– dadas por su hálito ereaidor. ,APLICACIÓN. ~ ¡Cómo comprendió todo esto nuestro Padre San Francisco! A ejemplo del Salvador cuidaba de• prepararse par:a su diario trabajo apostólico con la oración nocturna 315 , y, a menudo, interrumpía durante algún tiempo su actividad apostóiica para decü,carse enteramen– te a la .'.contemplación en la soledad de Greccio, de la.s Carceri o Alverna, hasta que el fuego in– terior l? arrastraba de nuevo a los hombr,es. 36 • Así qu<:ida también que lo observaran sus frai- - 304 -

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz