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bajado ry sufrido en .la conyersión de :unos y otros es r.ealmente una página gloriosa de nuestra historia escrita con sudor y sangre. ¡Mantenga– mos es.ta gloriosa tradición. f ' NU;estro Estatuto para las Misiones dice: «El trabajar en las sagradas misiones entre los in– fieles y herejes es uno de los. fines primarios de nuestra Orden» (3). ·«Mí, pües, pára alcanzar el nobilísimo fin que propuso a todos ·nosotros el Seráfico Padre, fin expr,esad:o con yigor por las Constituciones de· nuestra Orden {240), en relación con la gloria de Dios y salvación de las almas, es necesario que toda la Orden coopere en 1a medida •de sus fuerzas ... , pues con la unión de las fuerzas se obtiene lo que sería difícil y aun imposible con J.ias fuerzas dis– persas» (4). :Por esto cada uno de nosotros debe tener pre– sente, como propio ideal, la vocación a las mi– siones entre infieles. ¡Dichoso quien es ,consi– derado apto por los superiores y quien puede consagrar a ellas su ·actividad! Pero si no se nos concede esto, por lo menos sea para las misiones y los misioneros nuestro especial amor, que se manifiesta en un cuidadoso :interés por sus aciertos, en una resuelta ayuda a sus trabajos con todos }os medios a nuestro alcance, como el procurar despertar un celo activo por las mi– siones entre nuestros hermanos y aun entre las gentes del mundo, el ;fomento de la Obra Seráfica de Misas y otras obras misionales, y tampoco ,en último lugar con nuestras oracio– nes y sacrificios personales. De ningún modo seríamos verdaderos hijos del Seráfico Padre, si en nuestra alma no ardiera un santo fuego que desee abrasar al mundo entero. - 293 -

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