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en la predicación del Evangelio, y, con mayor razón, ,en la ;predicación ambulante, ,les ,era com– pletamente extraña.• Ctertamente, ·monjes aisla– dó.S,·fomo el apóstol de Alemania, San Bernardo de .0faraval, San Norberto de Xanten, alcanza– ron méritos inmarcesibles en :la ·pr•edtcación del Evangelio, pero su actividad misionera no se fun– daba en lásReglas dé su instituto como tal, sino que nacía de un celo personal frente a especia– les necesidades de. los tiempos. Cuando Francitco,·1mes, asoció a la vida apos– tólica la .predicación· apostólica, no ·· sólo como ocupación personal, sino también· ,como ejercicio esenei1tl de smffrailes, incluyéndola en su Regla, fué :algo enteramente nuevo: No fué el ejemplo de fos llamados predicadores ambulantes con– t,emporái:l.eos, ni una indlinacíón personal, ni tampoco las necesidades de ·Tos tiempos lo que le estimuló a la carrera apoRtóHr.a, Rino única-· mente la expresa vocación de Cri-sto que con to– da· certeza se le fué manifestand.d sólo paso a . paso, aunque siempre con creciente claridad. Desde el instante de su conversión, Francisco estuvo 'clominado por la gran idea de ser ,caba– llero de •Cristo ry corno tal quería realizar en ser– vicio d.e ·su Señor áctos heroicos. Sin embargo,de momento no fué¡claro para él cómo debían ser éstos. ·Comoquiéra que él consideraba. él servicio ·de los leprosos como un valioso servicio caballeresco··· a Cristo, se dedicó en primer término a esta obrad.e caridad con heroico dominio de sí mismo 4 • Además, como «heraldo del gran Rey», se sentía impulsado; a anunciar al mundo con canciones de trovadores su bondad y su grandeza 5 • Era el alborear de la vocación. -283 -

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