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sume to:do lo hasta entonces hecho por las almas en esta expresión: «iYo te he glorifi.cado sobre la tierra» (Jn., 17, 4). Y más adelante, en lo más grande ,que quiere hacer por las almas, en su pasión y muerte, ve también su mayor acción por la gloria del :Padre: «:Padre, llegó la hora; glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glorifi– que» (Jn., 17, 1). APLICACIÓN.-Hay también un celo por la, sal– vación de las almas, que no es digno de este nombre, que en el trabajo por otros, bien mi– rado, se busca a sí mismo, el propio prov,echo, la gloria propia, la satisfacción propia. El ,Após– tol habla de colaboradores que «buscan sus in– tereses, no los de Jesucristo» (Filp., 2, 21). Esto se manifiesta priridpalmente, cuando falta el éxito, cuando a uno «no le sale la cuenta». En– tonces .tienen lugar el ,ma.l humor, los disgustos y la aversión al trabajo. ¡;Examinemos según esto nuestro celo por las almas! ¡No lo confuñdamos con el afán natu:.;. ral de trabajar,! Por valioso ,que éste sea, nece– sita de la sólida vivificación sobrenatural por «la buena intención», por la amorosa orienta– ción a la gloria de Dios. Nuestras Constituciones exhortan a los predicadores «que procuren con todo cuidado grabar en sus corazones al b~ndito Jesús y darle pacífica posesión de sí propios, para ,que, por redundancia del amor, sea El quien les haga hablan (2Ql5). « ,A.sí , según la apostólica doctrina, será notorio a todos que no buscan su propio interés, sino ,el de Jesucristo, que con– siste. en la gloria divina y salvactón de las almas redimidas con su predosísima sangr,e» {207), lPETICIONES.-.« ¡Jesús, celoso de 1a salva,ción de - 280 _:_

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