BCCCAP00000000000000000001350

se inclinaba más a la vida eontempiatiya. «Es– cogió-,€scribe el Seráfico Doctor~vivir para uti– lidad de todos, más bien que para sí solo, siguien– do en esto el ejemplo de .Aquel que se dignó mo– rir por 'la salvación de los hombres 1 •.. Tienen razón nuestras Constituciones al decir: «;Nuestro Seráfico Padre, inflamado en la ardi,ente, ·cari– dad de Jesucristo, nada des,eaba tanto como la gloria de Dios y la salvación de las almas» (123). De aquí justifican 'la conse,cuenCia: «Siguiendo su ejemplo, debernos trabajar infatigablemente en la viña· del Señor» (ibid,). · Por nuestro celo por las almas, por lo .que nos gastemos por las almas en trabajos, sacrificios 'Y oraciones, se mide nuestro amor al Salvador. PUNTÓ 2. 0 : PO:R L~ GLORIA DEL P ,ADRE CoNSIDERACIÓN.-El ardiente celo de Cristo por las almas radicaba en el fondo de su amor. tan tierno como fuerte, l}.l :Padre, ,en su amoroso celo. por la gloria del Padre. flli9ra bten: el ?a,dr•e busca su gloriá en hac.er a los hombres «sus fa:.. mmares» (Ef., 2, 19), aquí abajo por medio de lá fiUación d'tvina, y algún día por la visión bea.:.. tífica de la divinidad. ¿Qué extraño, pues, que la elevación ,de los hombres a esta comunidad con Dios, a este· «r•eino de Dios», fuera el único pensamiento, la gran preocupación que •domi– naba toda la vida y muerte del encarnado Hijo de Dios? La preocupación por las almas, que le devo– raba, rió era más que una preocupación .por la gloria del Padre. J?ot eso, en la víspera de su Pasión, echando una mirada retrosp,ectiva, re-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz