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seria a lo que debe ser el gran ejerc1c10 de la Cuaresma y hasta de 1a yida entera del cristia– no, a saber: lucha y trabajo por ,eí reino de Dios. PUNTO l.º: ¡A LUCHAR! CoNsIDERACIÓN.---,-,En la .Epístola. de este día (I Cor., 9, 24-10, 5), la Iglesiia hace hablarnos al Apóstol de las ,.gentes. Como en otro tiempo a los cristianos de Corinto, así también nos ·da a los cristianos de hoy la consigna de la v:ida cris– tiana: ¡Luchad! a) Se trata de conseguir la corona de _una victoria «imperecedera». El Apóstol recuerrda a sus lectores el deporte de las caneras y el pu– gilato tan querido de los corintios. ¡ Cómo ,cues– ta!. Hay que abstenerse de todo lo que pudtera perjudicar la fuerza y elasticidad del cuerpo, hay ,que ejercitarse con tenaz y ,enérgica deci– sión sin reparar en la fatiga. Y todo por amor a una corona de laurel que rápidamente se mar– chita, por una glori 1 a que acaso ,en el próximo encuentro hay que ceder a otro. ¿Y en la vida del cristiano? También se trata de una corona de victoria, pero de una corona «imperecedera», de la gloriosa herencia divina en el cielo. de la «vida eterna». El Apóstol no necesita hacer ninguna aplica– ctón, se limita sólo a dar la consigna: ¡C'orr-ed ! ¡Luchad con ,el empleo de todas las fuerzas, y cueste lo que cueste!·Como luchó en las incán– descentes parrillas por la corona im¡jerecera San Lorenzo, sobre cuyo sepulcro celebramos hoy en espíritu el santo sacrificio. b) Tampoco nos dispensa de esta dura lucha - 271 -

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