BCCCAP00000000000000000001350

a) Así fué la obediencia del Salvador a su Padre. «Yo hago siempre lo que es de su agrado» (Jn., 8, 29). Es la más hermosa expr,esión de su sencilla conducta filial. Sriempre y en todas par~ tes vemos su vistia dirigida a la voluntad del Padre como al reloj que para todo le indica «su hora». Esta hora Jlegaba cuando obraba sin pre– guntar los motivos, sin hacer salvedades y hasta cuando las manecillas del reloj le marcan la úl– tima y más grave hora, 11a hora de .la Pasión. Cuanldo su natur,alJ.,ez:a sensa.ble se 1estremeció de horror ante su amargura y expresó humil– demente este horror ante. e1 Padre, aun enton– ces llega su hom sin ningún indicio de discu– siones y derechos, de ruegos y exigencias, sino sólo la súplica filial reverente: •«Padre mío, si es posible, pase de Mi este cáliz; sin embargo, no se h:aga como Yo ,quiero, sino como 1quieres Tú» (Mt., 2 1 6, 39). . b)' :En este ejemplo de obediencia filial sen– cilla se formaron nuestro Padre San Francisco y sus primeros fraHes. Re,cordemos la compara– ción del verdadero obediente con un cadáver y la. exhortación: <<Si el religioso, antes de oír la voz del Supérior, Uega a adivinar su voluntad, al instante se debe poner a cumplirla y ejecutar lo que adivina en el Süperion 27 • Y la •confesión que hace ,en su Testamento: «Así quiero poner– me en las manos de mi guardián, que no pueda ir nt hacer contra su obedi(;)ncia y voluntad, porque es mi señor». Nada 1 era tan ajeno a la sencillez filial de nuestro :Padre y de la primera generación fran– ciscana como discutir y ha,cer distinciones" suti– lizar y ,criticar las óDdrenes de ila obediencia. APL!CACIÓN.-Para claridad de conciencia hay - 258 -

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz