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es la vohmtad del J>.a,dr•e por contraria que sea a· la ,cárné y sangré. . . ·a) En seguida lo demuestra al comienzo de su actuación. El tentador quiere persuadirlo a disponer arbitrariaménte de sú :poder dé hacer milagros: «Di que estas ptedras se convtértan en pan ... Echate dé aquí abajo» {Mt., 4, 3/ 6); Jesus le contrapone la voluntad del p;á!dre que no le ha otorgado el poder dé - hacer milagros para sus fines propios, sino pa:ra demostráélón de su misión divina (Mt., 4; 4) y <1tie no ha•tl•e hacer está demostración :por medio dé una<"bti– llante exhíbiéión, sino por uná vidálnimUdie y fatigosa (Mt., 4, 7). En las bodas de Cana su Mad-r:e le pide e1 re– medio de la dolorosa confusión de los déSipOsa– üos, pero J,es:ús le rcfcuerda que p:1rá la primera manifestación de su gloria m:esiánka únicamen– te Ia voluntad del l?adre··es decisiva. <<No há lle– gado aún mi hora» (Jn., 2, 4).'' bY También en fo futuro le permanece fiel. Elige y cultiva, a pesar de todos los fracasos, el ,espinoso campo \te actividad que el Padre' }:e ha señalado (Mt., 15, 24)~ no ~amaría ni ei pais de los gentiles que ocásionáHñente se muestrári cómo muy dispuestos para la recepción del r,ei:ho de Dios (Mt., 8, 13; Jn., { ·· 35-42J. · · Pre.füca lo que el Padre y como ,ef·Pacfre 'se ·lo ha ordenado: «Yo no he hablado de Mí mlsino; el iPadre mismo que nie ha enviado· es quienY:rrie mandó lo· qüe he de decir y hablar. Y Yo sé. que su pr,écej:)to es la vida eterna. .Así, puési. las cosas que Yo habló, las· hablo según el Padre me ha dicho» (Jn., 12, 49, s.}. Por eso. cuancfo el Padre dice que ho, cuando hombres ávidos de sensaciones como· los fariseos (;Mt., 12, 39)', -' 237 -

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