BCCCAP00000000000000000001350

APLICACIÓN.-¿Hemos hasta ahora.. comprendi– do y pensado reotamente la grandeza y felicidad de nuestros santos votos? Son ciertamen'te unas cadenas. Cad,enas que a v,e,cés sentimos pesadas y represivas; que nos hacen dependi,entes en to– dólo que necesitamos y aun entonces nos privan de :muchas ,cosas; que, nos impird,en s,eguir la· voz die la carne y sangre y. nos obligan a ·car,ecer dié la seguridad protectora y .agradruble de una faifililia humana;. ,que «no podemos ir ni hac,er» contra la voluntad de otro ni aun en ló bueno. Todo ,esto son,cadenas, dertainente; pero no olvidemos que estas cSJdenas sólo nos atan :hacia arriba, con Dios; hacia abajo, con el mundo, significan libertad, la bi,enaventurada <<libertad y gloria de los hijos de :Dios» de que habla el Apóstol (Rom., 8, 21), ry, S!demás, nos ponen ín– tegramente al servicio divino, que, según pala– bras de la Iglesi,a, significa señorío y real,eza. «No te pese-exhorta San Agustín_,el haber he– cho los votos, antes alégrate porque ya te es ilí– cito lo que antes te era lícito en propio detri– mento. Fe'liz violencia que nos obliga a ser más perfetos» 9 • Llevemos, pues, las ,cadenas que nosotros mis– mos nos hemos puesto después de madura reüe– xión y con liheml amor, st,empre con e1 al,egre orgullo con que el Apósto~ de las gentes se llama– ba «enca:denado y prisionero de Cristo Jesús» (Ef., 3,, 1). Procuremos no soltar ningún anillo de esta ,cadena, engañados por el espíritu de ia época, con ciertas imperf,e,cciones o buscando opiniones más cómodas en lugar de i.as máximas austeras. Eso no sería estar v,erdaderamente pri– sionero de Cristo. PETICIONES._,« ¡Oh adorable Reldentor mio!

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz