BCCCAP00000000000000000001350

en nosotros aque¡la culpa de la que por singu– lar privilegio preservaste a la Inmaculada Con– cepción de la bienaventuraida Virgen .Maria.» Y, en el último domingo .del año eclesiástico: «Te pedimos, Señor, que por la· rec,epción de estos sa,cramentos sea curado por su virtud me– dicünal cuanto de yicioso hay en nuestro co– razón.» b) Pero ¿cómo hemos de concebir esta vir– tud curativa de la sagrada Eucaristía? Según las oraciones litúrgicas ,que frecuente– mente. hablan de un medi,camento para el cuer– po y para .el alma 3 4, hay que admitir; que la sa– gtada comunión atenúa también nuestra des– arre'gÍada vida animal. Una tan intima unión de todo nuestro ser con Cristo, ¿no debía tam– bién ejercer un influjo santificooor ,en nuestra naturalez.a. inferior? Por la comuniq11 eucarís– tica, según U:na hermosa expr,esión de. Sa11 Ci– rilo de J~ru.c,,aJén, ,nos h:wen,10s «concorpor,ei, et consangui11,et phristi, semejantes e incorporados a Cristo, ségi;m. la carne y sangre» 3 ' 5 • ¿Habí:a de ser esto sin repercusión en eí rebe1de apetito de nuestra carne y sangre? «Si tú de este modo -escríbe San Bernardo-ya no sientés tan fuer– tes movimientos de la sensualidad, da gracias a lá carne y sangre del Señor» 36 • Pero principalmente la sagrada Eucaristía obra ·fortaleciendo la vida sobrenatura¡ de nuestra alma. En las facultades espirituales se encuentra en toda su profundidad la debilidad de nuestra natural-eza caída. Nuestro entendimiento está oscurecido, le faltan justas medidas, ve lo te– neno y ¡camal muy grande y ap,etedble frente a los bienes sobrenaturailes del alma. Nuestra - 219 -

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz