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mismo». En su liturgia la Iglesia da gracias a Dios, que «por el ayuno ·-corporal r,eprime .los vicios» 14 . Y en la vida de sus santos encuentra confirmado esto sin e:imepción, aunque indivi– dualmente hayan sido diver-aos sus «ayunos» 15 . · En perfecto acorde con las exigencias de la fe están las de la razón. PUNTO 2.º: EXliGENCIA:S DE LA RAZON CONSIDERACIÓN.-.Sin duda, también la morti– ficación externa puede despertar y corroborar los bajo,s instintos, pero esto no es ,e1 caso nor– mal. Sólo aconte(!e cuando hay alguna disposi"' ción patológi-ca (por ,ejemplo, el masoquismo), o bien cuando se ha sido demasiado e'.xigente con el cuerpo, pues un excesivo agotamiento .corpo– ral·. en determinadas circunstancias da origen a una reacción espontánea de la vida sexual, o indica una carga psiquica tal, que se busca dé nuevo una compensación en lo sensual. Sin embargo, en carncteres nomnales · y ,fon razonable moderación, en que se regula según la salud y el trabajo profesiona1, la mortifica.:. ción externa disminuye y refrena los ·apetitos carnales. Es ·,esto un heeho innegable, comprobado .por la experiencia y reconocido también por mo– dernos educadores no católicos 16 • Que siempre se haya visto exactamente la más profunda ra– zón_ de ello, poco o nada hace al ,caso. Que la relación entr-e la mortificación y el apetito car– nal es más de naturaleza corporal que psíquica; que la voluntad se -ejercita ·en el sentido propio de la palabra por -el sacrificio individual y así -- 205 -

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