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suf/identemente va:lorab[,e sobre todo en una época y eil un mundo del que pueden decirse de nuevo las palabras del Señor: ,<<El ,clamor de Sod.oma y Gomarra ha crecido mu0ho, y su pe– cado. se ha agravado en ,extremo» ( 1 Gn., 18, 20). b) Pero hay más. Cristo con la consagración entera de su• vida y de su amor al •Padre iba– reparado el vinculo .de amor con Pios que el hombre rompió por ,el pecado, ha merecido de nuevo lacomU'nidad de vida con Dios, la filia,ción divina. Su virginidad se convierte asi en fecunda paternidad, De El como de nuestra, cabeza de gra,cia, «de su plenitud recibimos ,todos gracia sobre gracia» (Jn., 1, 16). Ahora bien: este. poder donador de vid.a de la virginidad de Cristo se comunica también a, nuestra virginidad y la hace fecunda para el rémo dé Dios, ,con la fecundidad virginal a que aludé,.el .A,p,o,storcuando escribe a los corintios: «Quien. ,os e!lgenctro en Cristo soy yo» o: cor., 4, t5) .. ., < •··., E;staJecundiql3.d essupetior a la n.atural como lo es. er ,ciel9. a· 1a tierra~ la eternidad al tiempo, Dios ll los homórés 10 • Frente a ,eJla no tiene im– portancia el «robo de la preciosa herencia» 11 • «La prosperidad.de un pueblo no está solamente en la multitucl de hombres, sino en aquella vir– tud prolífica espiritual que con la reflexión su– pera a la carne en voluntaria renuncia 'rf con ello crea ya.lores eternos» CAr:wb. Grober) . . i\PLICAC:tóN".-¿l,Ie1nos r,eflexionado bien hasta ahora sobre.la .~ignificación del yoto de casticlad precisamente.aún para nuestro apostolado fran– ciscano?. Ciertamente, con lo dicho no se agota. La virginidad consagrada a Dios nos hace también a nosotros, sacerdotes, ,erxterna e inter- ~ 197 -

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