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s.e hizo pobre por nosotros» 38 • Ciertamente tam– bién aq1ü puede decirse que nobleza obliga. PUN'I1O 2.º: SANTA RElSPO;NiSABILIDAD . CoNsIDERACIÓN.-Ya nuestra última meditación nos convenció de la primera obligación de nues– tra pobreza, a saber, la obligación de un serio trnbajo para Dios y para el mundo. Sólo por el trabajo no's hacemos dignos de los dones de nuestros bienhechores. Quieren socorrer a los pobres de ·cristo, no a ·perezosos mendigos por vocación. .Además nuestras Constituciones no.s r,ecuerdan tres cosas: a) La obligación de la moderación en el re'" ci:bir limosnas. «Cuando· abundan 'las ·limosnas por, :la· liberalidad de los ricos o la devoción del pueblo,, guárdense los~ frailés de ólvidar a su madre la santísima pobreza, como hijos bas– tardos del Seráfico Padre San Fr.ancisco. .Acuér– dense de aquellas hermosas palabras que con ardentísimo afecto de amor solía ·;ctecir el Sie– ráfi.co Paidre: «Yo nunca fuí 1:i:tdrón de limos– nas, recibiendo ·o usando de ellas ,:más de lo ne– cesario; siempre a,cepté menos de lo -que nece– sitaba, para que los otros pobres no fueran de– fraudados de su parte, pues.hacer lo contrario seria un hu,rto»» (120). Por es<!> ·esta ordena– ci:ón : «Cuando los bienhechores den limosnas superflua'.'s, rehúsenlas los frailes con humildie gratitud, o si ·las re-ciben, se repartan, con li– cencia del Superior provincial, entre otros con– ventos o se den a los pobres» (120). Sólo la ver– daldera pobreza tiiene justJarnente derecho de hospitalidad a la mesa· del Señor; ·--. 174 -

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