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ser muy dificultoso que el hombre esté siempre e1'evado a Di:0s, ordenamos que los fraHes, cuando no estén verdaderamente ocupados en ejercicios espirituales, se dediquen a algún trabajo ho– nesto, conforme a su condición: los sacerdotes en el .sagrado ministerio, los coristas •en sus es– tudios ,y los legos ·en sus ocupaciones y trabajos materiales, cuidado de los en:fermos o postula– ción·. d,e las limosnas, ·bajo Ja depen-d,encia del Superior» (92). Sin embargo, no olvidemos nunca que a nos– otros, capuchinos, ·prescindiendo de toda otra consideración, nos obliga también la prometida pobreza francis-cana a un serio trabajo. A un trabajo que aproveche plenamente d tiempo y las facultades espirituales y fuerzas corporales que Dios nos ha dado y que no sea conforme al juicio y gusto propios, sino según la orden de lps Superiores, guardianes de la pobreza; Una hol– gazanería, una ociosidad real o agitada que con solo jugueteos o caprichos personales mata el tiempo, sería entre nosotros un pecado de los que claman al cielo. Sobre todo hoy, dond•e fuera tantos luchan ,con el empleo de todas sus fuerzas por su existencia; hoy que más que nunca de– bemos desmentir los dichos maliciosos de «monje perezoso» y «parásitos del pueblo». El mismo rigor inexorable que nuestro santo Padre mostraba contra los detractores de la po– breza hace sentir sobre los holgazanes. _«Fray mosca.--.dijo a un fraile holgazán-, sigue tu ca– mino, ,que quieres comer el sudor de tus herma~ nos y estar ocioso •en la obra de Dios, Eres se– mejante al hermano zángano, qúe, sin contri– buir al trabajo de las solicitas abejas, quiere ser el primero ,en comer su miel» 30: Seriamente es- - 169-

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