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Según la declaración de la Iglesia no nosotros mismos, sino sólo los superiores han de deter– minar en particular sobre este uso, y, por con– siguiente, -en virtud del voto de pobreza aun de las llamadas •cosas necesarias nada podemos recibir, retener, usar y dar sin permiso del su– perior, que nos debe s-er dado, en ,general, -ex– presamente para cada caso particcular, aunque en ,casos urgentes en los que de nin:gún modo o sólo · difícilmente se puede acudir a Jos supe- rior,es, puede uno suponer. el permiso 4 • · . APLlCACIÓN.\,"-'.La absoluta falta. de biénes de .fortuna se manifiesta también ptácticaimente en que, según orden de nuestras Constitucrones; so– lamente los·· superiores. y ofidales, y· los especial– mente autorizados; pueden tener llav,e de celda, cai,a o cosa parecida (116), la cual, cLurap.te una • pi:olongada ausencia, debe entregarse alsuperior 9 con su ,consentimiento a otro religioso. 5 • La. dependencia de los supeti-ores en el ..recibir, usar y dar nos hace sentir a diario l::t pobr<:l~!X. pero también pr-ecisamente por e~tonos áseg;,a,ra copiosas bendiciones. Independencia y arbttra– riedad son la muerte de la pobreza· frandscana, Y, por ello, una ma!ldición para los,. individuos ty para el •convento. Aquí debe acredi•tarse nuestm amor franciscano a la pobreza 6• ¡Permane2icamos,por .tanto, •dependientes ·aun ,en cosas rpequeñas, pues se trata de una MStufil:.. bre general que los superiores aprueban! S!ah Buenaventura escribe: «Ell tener o récibir- algo, por insignificante que sea, ocultamente, está ,es, sin:·• permiso de1. superior, debe ser detestado por los Frailes ;Menores como un robo>> "t: ¡Conse-r:.. vemos la dependencia aun cuandff seamos ya -147 -
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