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llevar su carga de penitencia contenida en ,eJla. Por ,esta razón fué tan minuciosament,e cuida– doso con su persona y con· sus .frailes á . fin de que apostoládo y suma pobreza permanecieran siempre unidos. En lá unión dé ambos vió la vo– c3!ción diada por Dios a él y a su Orden. APLICACIÓN.~,¿No es comprensible a la luz de estas reflexiones por qué nuestras Constitucio– nes ordenan a los predicadores el fiel cumpli– miento de la seráfica pobreza? «Cuando predi– can, dicen, vivan como pobre& y mendigos, ,con– tentándose con lo necesario; nada pidan, ni para sí ni pára los frailes, y· así, según la apostó.lica doctrina, será notorio á todos que no buscan su propio interés, sino el de J:,esu.cristo, que con~ siste en 1a gloria y salvación de las almas redi~ midas con su preciostsima sangre. Prohibese mu– cho más que reciba.u cosa alguna con motivo de su predicación que no sea a título 1dJe, mera li– mosna, ni hagan que les compren libros, hábitos, ropas o cosas semejantes que parezcan paga de la predicación» (207). Especialmente les prohibe proponer o recomendar cole,cJ;as para pobres u obras piadosás sin permiso del Ordinario o del párroco y les ordena no intervenir én la ddstri– bución. (208). . ¡ 1 Q-uard•emos, nosotros Padres, ,estas ordena– Ciones! ¡ Trabajemos con desinterés v•erdadera– mente franciscano! ¡Permanezcamos 1 ·todos, fi~– les a la pobreza franciscana! iEntonces edi– ficaremos al clero y al pueblo, gozaremos de su confianza, nos acompañará la bendición divina en nuestros trábaj,os apostólicos y nada nos fal– tará! La; ··his.toria de •nuestra Orden lo confirma. Muchos historiádOres han dicho que Dios suscitó -137-

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