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dre•r•echo al sustento ,que 1e ,correspondía por parte de las comunidades. ¿Por qué esto? 1 «Para no poner obstáculo alguno al Evangelio de Cristo» (I Cor., 9, 12). La historia de la Ig1esia le ha daido la razón. Todo 1 10 que sólo la apariencia de egoísmo lleva en sí, y sobre todo, una verdadera acaparación del dinero y sus consecuencias 'la abundancia y la vida regalada por parte del cle– ro, perjudica intensamente la predicación eficaz del Evangelio, que aún hoy día ,es una embajruda de la inferioridad y de lo efímero de los bienes terrenos y del aflto valor de los bienes sobrena– turales y eternos. Pero ¡qué irtefi.caz tiene que ser esta embajada en boca de un predicador cu– yas manos consagradas se pegan a la suciedad del dinero, que él mismo neva una vida regalada! Su palabra es desmentida por su conducta. De ningún modo representa la. imagen del S,alvador pobre y crucifkado de quien es d,elegrudo, y por eso encueuLra muy difícil 1a confianza del pobre que 11ucha con la penuria. de la vida. · b) 1 ¡Cómo pudo Vrancisco ver confirmado ,esto en el mundo que le rodeaba! Codfoia, ostenta.:. ción y sed de placeres eran el mal canceroso de su época y que incluso quitaban a una gran •par– te' del clero secular y regular todo ,prestigio y todo influjo en las masas· populares humildes. El propósito de Francisco no era ,pr,ecisame'hte establecer una reforma. $.6fo queria seguir las huellas de su· pobre, humHde Y cruciftcado Se– ñor, pero con esta imi'trución llená de seriedad que él ty, sus .primeros discípulos hicieron, ... vol– vieron absolutamente a ll:J. pobreza apostólica, una pobreza con humildad, ,con a;legría y amor, iniciando de hecho la reforma imás eficaz. Si en clero y pueblo desde el primer momento Ia ,pre- - 135 -
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