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· PUNTO 2.º: CAJ\1INO PARA EL AMO;R DJJ! Dl9S CoNSIDERACióN.----,,Ni en la renuncia a las pose– siones terrenas, ni tampoco en la renuncia al propio yo con su afán de la propia estimación y d:e placer está la perfección. Esta renuncia únicamente nos causa un yacio, y si algo grande no llenara del todo ,este vacío, seríamos suma– mente dignos de ,compasión. Dios, el Bien infi– nito, debe .llenar este vacío. .Ab,ora bien: a Dios nos .unimos por medio del amor lleno de gracia y sobrenatural; por ;Ell nos hacemos ,«un espíritu con El» (1 Cor., 6, 17). Por consiguiente, en este amor está la esencia de la perfección cristiana y religiosa (Col., 3, 14). Trumbién sabia esto Francisco, el santo ser;l– fico que ardía ,en amor divino. iPero sabía igual– mente qt1e '1as cosas mundanas y el propio yo son una :pesada carga para ei alma que aspira a Dios, para ,el pleno desarrollo de la fuerza sobr,e– natura'1 del amor, y como tenía el firme conven– cimiento de que la pobreza extrema libremente eleg~da., rompe como de un corte todos los hilos que atan el alma hacia aibajo, iy 1 la dejan libre para unirse a Dios ,con toda la fuerza del amor, de ahí su ardiente entusiasmo por la pobreza, y el ,considerar a esta altísima pobre:,,;.a sencilla– mente como «la perfe,cción evangélica». «El mismo Altísimo me reveló ,que debía vivir según la forma del 'Santo ,Evangelio... Y aquellos que venían a recibir esta vida todas las cosas. que podían haber daban a los pobres». •Por eso de tgual modo considera la pobreza, según el tes– timonio del Seráfico Doctor, como el tesoro es– condido en el campo por el cuail se debe renun- .

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