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hubiera practicado ningún otro acto de peniten– cia, debiéramos atril:rnirle, en virtud de su prác– tica de la pobreza, el espíritu de penitencia fran,. ca.mente iheroico:, El mismo exp~esa en ·su T•esta– n:iento '-el gran carnbi'é:1 ;ct,e su vida, que, sin em– bargo, ,s.e-guramertte no ,consistió más que en una vuelta a la pobreza <0vangélica, con -estas signi– ficativas; palabras:- «Dios Nuestro Señor quiso dar 'su gracia' :a mi, fray Francisco, para .1que así empezase a iha,cerpenitencia:». «Hacer peniten'" cfa con la bendición de Dios», es también para él, como 'igualmente leemos en el Testamento, la vi,da pobre de los frailes, lmitar verdaderamen– t~ a Cristo pobre >Significa precisamente para Francisco caminar tras las hueJias del humilde y crucificado Saívador. ºAPtrcAd:óN.~sro nos descubre ya la impor– tancia vetdad:ieramente fundamental de la po– breza: para Jlenar cünrp 1 li<'lam~rít~ nuP.st,rn obll– gadóri de· aspir}l.r a' fa perfeeción. El· Salva.(ior dí,céde'la húmÜdad:'«En verdad os digo si no osrhudareis e hiciereis como niños, no entraréis enf.íe1 reino de los cielos. Pues el que se humi– llare•. hasta hacerse como un niño die ·éstos, ése será el _mis g;rande ·en el reino de los cielos» (Mt.; 18, 3 s:); Y sobre la penitencia: <<El que no ton:13: su cruz yvi,ene én pos de 1\t!í, n.o puede ser m1 discípulo» (D@., 14, 2J). ¡Practiquemos la po– breza ·,c6n' foo.as las humillaciones y. privaciones deUberadarne:nte con espíritu de humildad y de - 131-
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