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Apóstoles al clero secular y regular que vivía en '1a riqueza y opulencia. :Pero en lugar de per– seguir .este .fin eon subordinación a la autoridad eclesiástica divinamente establecida, se hizo en muchos casos con deliberad!a insurrección con– tra e}la. Así ila mayor parte de estas. tentativas terminó en la he,rejfa.. No trajeron una reforma, sino confusión y · desdichas. a) También evitó el «l?overello» este escollo felizmente;. pues desde el primer momento sub– ordinó humildemente toda su empresa al su– premo Pastor de ·1a Iglesia. Conocemos sus pala– bras al creciente número de fraHes: «Veo, her– manos, que el •Señor, ,en· su misericordia, .qui,er,e multiplicar nuestra v Congregación. Vayamos, pues, a nuesfra Madre· la Santa Igle,sia Romana y n<:ltifitquemos al sumo. Pontífice lo que el Se– ñor .comenzó a obrar por nuestro medio, a fin d•e· proseguir lo ,comenzado ,según su voluntad y mandato» 38 • Pocos d1as ,d!e~pués el <i:Povcr.cllo)) estaba en :presencia del gran PapaJnocencio III, y •précisaménte con su modestia y humilde su– misión persuadió al inteUg,ente jefe de ia Igle– sia que 10.. comenzado era obra de Dios y consi– guió la aproibáición de su modo de yida pobre y prometió al Vicario de Cristo obediencia y reve"– renciá. Con esto Francisco haibia arraigado en los fundamentoo divinos ct,e la Jg,IeSia su reali– zaición del ideal evangélico 'de la pobreza, su gran obra refor,mad:ora. ·b) 'De aquí en adelante· siempre y en todas par,tes ·man tuv-0 ésta u.Ilión íntima con la. Iglesia por medio de una humilde sumisión no sólo a la santaS.edé, sino también a Too obispos y hasta los últimos y más simples sacerdotes. En nin– guna :parte se permitió preidi,car sin expreso per- - 119-"

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