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PUNTO 1. 0 : P;E;QUEÑO A SUS PROPIOS OJQS CoNSIDERACióN.-Hay también un orgullo por– diosero. Precisamente la pobreza libremente .ele– gida y llamativa externamente esconde el pe– l}g,i¡o •µel f.ariseísmo, que se complace en sí mis– mo y mira con. desprecio a 1 l rico. San Agustín escribe muy a,certadamente: <~No sólo hay peli– gro de· jactarse. en el bril1o y pompa .externa, si:no támbi~n ien una llamativa sucredad. Y tan– to más peligrosa. es ,esta jactancia, cuanto que en&'aña ébn la apariencia del servicio de Dios» 30 • a) En Francisco este peligro -era tanto más próximo cuanto que su po,breza totalmente e:x:– traordinaria nunca hasta ,entonces había sido vista ni aµn entre los religiosos. Pero no sucum– bió -en .-este. peligro. Fué y permaneció sincera– mente humilde en su voluntaria y extrema po– breza, manifestando ,que también en esto siguió las hue.Has del Salvador pobre, pero no menos ·humi1lde de corazón. Cela.no nos ha conservado estas hermosas palabras salida,s de su 1boca: «Yo me. créo el may,or de .los pe,cadores, porque si a otro maivado •.cualquiera Dios le hµbiera conce– didó:;,t.anta. misericordia como a mí, sería di,ez veces mejor .que yo>> 31 • El mismo biógrafo ve la prüeba de 1a auwnti,cidad de. este humilde .modo de pensar en que Francisco demostraba gran mansedumbr,e en :el trato con todos los hom– bresl4, «V:eneraba a los prelados y sacerdotes de la :santa Iglesia, y honraba a los ancianos, a los ricos y a los nobles, pero a los pobres amarba con.ternura, compadeciéndose de. ellos entraña– blemente, y 'Se.hacia si,ervo de todos» .33• Esto no era ni mucho menos un mendigo orgulloso. - 116 -

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