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98 P. David de la Calzada raneo se convirtió en definitivo cambio de domicilio al otro mundo ... Mucho ganaría la humanidad si al me– nos esto sirviera de reflexión para los que todavía que– damos. 271 Cuando los coches eran aún muy pocos en España, junto al lugar de la carretera donde había muerto algu– na persona se colocaba una cruz. Hoy los coches son mucho más numerosos y las muertes en la carretera innumerables. Ya no se puede colocar una cruz donde ha muerto una persona ... ¡Serían tantas las cruces, que nuestros viajes se harían insoportables por la ineludible obsesión de la muerte! 272 Conductor, no conduzcas nunca presionado por el re– loj. Déjale que él cumpla con su oficio de marcar las horas. Tú cumple con el tuyo de hacer todo lo posible por llegar, aunque sea un poco tarde. Aquí la puntua– lidad debe dar siempre la preferencia a la seguridad. «Más vale tarde, que nunca ... ». 273 Conduciendo, yo no sé qué será peor, si la embria– guez del alcohol o la embriaguez de la velocidad. Lo cierto es que, con alguna frecuencia, ni una ni otra lo– gran llegar a su destino. Pero nadie se queda en la ca– rretera. Ya aparecerá otro coche que se encargue de trasladar al audaz conductor al sanatorio o al cemente– rio ... 274 Tengo miedo a los que no tienen miedo. Cuando tiene miedo el que se sienta al volante, puede haber

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