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96 P. David de la Calzada 263 Después de que ocurre algo trágico en la carretera nos lamentamos de no haber adoptado la precaución A o B, que hubieran impedido el percance. ¡Lamentos tar– díos! Adoptemos prudentemente esas precauciones anc tes de que el percance pueda ocurrir. Y así no tendre– mos que lamentar desgracias que ya no tienen remedio. 264 En sólo cinco años, del 70 al 74, ambos inclusive, han muerto en las carreteras de Europa 400.000 perso– nas. (Un cuatro seguido de cinco ceros). Y han quedado heridos once millones de personas. (Un once seguido de seis ceros). Pero hay otra cosa que no se dice en las estadísticas: Las lágrimas, dolores, pérdidas, angus– tias y contratiempos que estos muertos y heridos han ocasionado a millones de personas. ¡Esto sólo lo sabe Dios! ¿ Por qué no somos más humanos, adoptando un poco más de prudencia al empuñar el volante? 265 ¡Cuántos mutilados e inválidos de la carretera mal– dicen ahora en su desgracia la locura de un determi– nado momento al volante de un automóvil! Sería una inmensa fortuna para el mundo si los demás escarmen– táramos en cabeza ajena y evitáramos definitivamente esas locuras que pueden degenerar en catástrofes irre– mediables. 266 Sinuosa, como las curvas de la carretera, es la muer– te que te persigue ... Sé cauto. No des motivo para que se acelere el encuentro.

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