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AL AMABLE LECTOR Este humilde libro que cae en tus manos, no he que– rido que fuera un libro técnico ni científico. En esos cam– pos el autor tendría muy poco que decirte. He querido que fuera un libro de AMOR ... Así, como suena. ¡Un libro de ~mor! Amor a Dios, al que quiero asegurarle muchos servi– dores por los caminos del mundo, durante la vida que El les conceda. Amor al hombre, hijo de Dios y hermano mío, para que sirva a su Padre del cielo del mejor modo posible con el volante entre las manos. Amor a la vida, que debe conservarse con mimo, como preciado regalo del Señor, para su mejor servicio en la carretera. Amor a la naturaleza, mundo encantado por el que serpentean las autopistas para el recreo del hombre y la comunicación con sus semejantes. En conclusión, que este libro, aunque en su título figure la muerte, pretende ser. un canto al amor, a la vida, a. la alegría y a la esperanza ... Quiero que el automovilista, siempre que salte a la carretera, logre llegar felizmente a su destino. Y, sobre todo, que en este otro viaje, el de la vida, el más impor– tante de todos, los hombres viajeros lleguemos feliz– mente al eterno destino de l'a Casa del Padre... «¡¡¡STOP A LA MUERTE!!!» quiere ser un canto a la vida. ¡Que Dios te la conserve muchos años al volante! ¡Y que luego te dé, por tus méritos, la otra feliz en el cielo, donde ya el coche no sea necesario para viajar!
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