BCCCAP00000000000000000001349

«Stop» a la muerte 89 santes de los accidentes de tráfico, es seguro que la inmensa mayoría los habrían causado los conductores de coches propios o de coches de papá. Muy pocos serían los atribuidos a conductores de taxis, camiones y autobuses de línea. Nuestra cordial felicitación a és– tos, y nuestra inexorable censura para los otros. 247 Si no tienes la suficiente pericia y responsabilidad, no te sientes al volante. Vete a cazar conejos o perdices al monte; pero no a matar, hombres en la carretera. 248 Hay artistas de cine y de teatro que han muerto miles de veces. Sonaron unos disparos y se desploma– ron en la escena envueltos en un mar de sangre. Eran muertes ficticias. Muertes de mentira; porque al día si– guiente volvían a aparecer vivos en escena para repre– sentar el mismo papel, y volvían a desplomarse ante otros disparos. Y al otro día lo mismo. Y al otro. Y al otro. Pero el que cae muerto en la carretera, ese muere de verdad, muere esa sola vez y muere definitivamente. Ha terminado su papel en la escena de la vida ... Va no le volveréis a encontrar en la carretera ... Razón de más para respetar esa existencia preciosa, que ya no tiene repetición. 249 Nueva York, 6 de enero de 1976. Una mujer de unos treinta años dispara desde un coche sobre los ocupan– tes de otro coche cercano, matando al conductor e hi– riendo de gravedad a otras dos personas. ¿Motivo? ¡Pasmaos! El citado conductor se le había adelantado, aparcando su coche donde la buena mujer pensaba apar-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz