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86 P. David de la Calzada joven. Sobre todo es temible el día del estreno y lo que dure la luna de miel. .. ¡Cuántos han caído casi sin estrenar el cuentakilómetros! 238 Los Reyes te trajeron una moto. ¡Te felicito! Pero, ¡precaución! Que la moto no te sirva para estrellarte. ¡Cuántas motos han venido en mala hora a segar en flor la vida, llena de promesas, de unos jóvenes ilusio– nados!... La juventud ve la muerte demasiado lejos. Casi la pierde de vista. ¡Y a veces está demasiado cerca!. .. La moto puede acercarla todavía más ... ¡Cui– dado con la moto! ¡No la conviertas en un juguete sui– cida! 239 En la carretera, de ordinario, sólo hay dos malos: El conductor y el peatón. Y dos buenos: El peatón y el conductor. Serán malos si no cumplen los deberes que la ley les ha impuesto. Serán buenos si los cumplen. El que siempre es inocente es el automóvil. Aun cuando atropelle a alguna persona. No es malo el coche que atropell'a, sino el hombre que va al volante y pisa el acelerador. Como no es mala la pistola, sino el que hace mal uso de ella. 240 El automóvil no es un arma para salir de noche a cazar liebres en la carretera. Este animalito huye del coche, carretera adelante, ofuscado por la luz de los faros. Y el coche puede derrapar fácilmente en la cune– ta, fascinado el conductor por la caza de la liebre. En estas situaciones es muy posible que el cazado sea el cazador. Y la cazadora de verdad sea la muerte. ¿Saldo de la aventura? Un hombre muerto, un coche destro-

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