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56 P. David de la Calzada cidad. Sólo ella hará posible a tiempo el viraje del vo– lante y el oportuno uso del freno. 146 Para algunos conductores, los peatones no pasan de ser un estorbo en su camino. Y es curioso, porque para muchos peatones es todo lo contrario; los estorbos en su camino son los conductores con sus coches. ¿Quién tiene la razón? Ni los unos ni los otros. Ante la fe cris– tiana los peatones son algo más excelente que un es– torbo. Son hijos de Dios, que tienen perfecto derecho a ir adonde tengan que ir. Y los coches están pilotados por otros hijos de Dios, que también tienen derecho a moverse como les convenga. Lo importante es que los hijos de Dios no sean un estorbo para los otros hijos de Dios; sino que nos ame– mos y respetemos como tales, hasta en las mil compli– caciones de la circulación por calles y carreteras. Nadie considera como estorbo a un hijo del rey. Y n·adie debe considerar como estorbo a un hermano ... 147 No debiera haber ni una sola persona de las que trabajah o se mueven por la carretera, que no supiera practic'ar la respiración artificial por el método de boca a boca. En caso de accidente y de ausencia de médicos se podría salvar así muchas vidas. 148 Los entendidos aconsejan para casos de accidentes de coches, parar cuanto antes el motor, apagar las lu– ces y poner calzas en las ruedas para evitar un posible deslizamiento. Y si hay fuego, tratar de apagarlo con extintor, con ropas o con tierra. Podrá evitarse así que,. tras un accidente, pueda ocurrir otro quizá peor.

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