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«Stop» a la muerte' 55 que la Providencia os libre de peligros; y acordaos que, en último término, es a la Ley de Dios, y no sólo al Có– digo de Circulación, a quien obedecéis. ¡Es algo muy serio conducir, y no podéis correr el riesgo de exponer vidas humanas•. 144 Ante el peligro universal del automóvil, amenaza constante de la vida humana, oremos con cristian·a ca– ridad al Patrono de los automovilistas: « Roguemos hoy al glorioso San Cristóbal por los que tienen auto y por los que no lo tenemos. Por los primeros, para que los libre de accidentes desgracia– dos. Y por los segundos, p'ara que nos libre así mismo de caer bajo sus ruedas en las calles ciudadanas. Y para que todos, tomando firmemente el volante de nues– tra vida, lleguemos con felicidad, por el camino de la virtud, a la meta de la gloria eterna» (C. de C. de J.). 145 El mejor seguro contra accidentes consiste en una moderada velocidad. Lo ha probado hasta la evidencia una compañía americana de seguros, con un automóvil especialmente equipado para medir la rapidez de reac– ción y la rapidez del frenaje. Quedó claro que, en un súbito apuro, un conductor normal emplea como cinco octavos de segundo en p'a– sar el pie del acelerador al freno. Si la velocidad es pequeña, la intervención del freno puede evitar un acci– dente. Si la velocida_d es excesiva, no hay quien salve al conductor y viajeros. Cuando el pie caiga sobre el freno, ya será demasiado tarde ... Lo repetimos, porque todo será poco: El mejor se– ,guro contra accidentes consiste en una moderada velo-

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