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«Stop» a la muerte 51 vidas, es un símbolo del deber cumplido sin desmayo, un día y otro día, al servicio de los hombres, Que apren– das a cumplir también tú el tuyo cuando te sientes al vol'ante. Estará con ello en cuanto cabe segura tu vida y evitarás lágrimas y desgracias a los otros. 132 Cuando la velocidad del coche llega a superar la rapidez de los humanos reflejos, el conductor se sitúa temerario a un milímetro de la muerte. Esta puede echarse encima de un modo inesperado en cualquier momento. Pero la culp·a será toda del conductor irres– ponsable. ¡No hagas inútiles la inteligencia y la libertad que Dios te ha dado! 133 «Los qwe dan consejos ciertos / a los vivos, son los muertos», dicen unos viejos versos de los comien– zos de nuestra literatura nacional. No lo olvides, con– ductor. «Los que dan consejos ciertos / a los vivos, son los muertos». Escucha los consejos de todos esos miles, quizá ya millones de conductores que cayeron en la carretera. Si les atiendes, es muy probable que tú no seas una víctima más del tráfico rodado; sino que puedas morir de viejo en tu propia casa y rodeado del cariño de los tuyos. 134 Al sentarte al volante, pienso que nunca te puedes confiar plenamente, porque nunca hay seguridad abso– luta en la carretera. En el momento menos pensado puede surgir el peligro. Un animal que se cruza, un

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