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48 P. David de la Calzada imaginarse siquier'a que su vida toca a su fin. Sin ima– ginarse que al finalizar el año ya no estarán en este mundo... Si ellos lo supieran, en este mismo momento abandonarían el coche. Pero yo creo que no es cues– tión de abandonarlo, sino de redoblar la vigilanci'a para que esos accidentes no se puedan producir ... El auto– móvil presta excelentes servicios a la humanidad. Lo que hay que procurar es que no se convierta en una máquina ciega de matar hombres ... 124 El alcohol da euforia. Y la euforia inspira confianza loca, sin fundamento real. Una confianza ciega que sólo puede llevar a la c'atástrofe. En la embriaguez falla la razón, falla la vista, fallan los reflejos. ¿A dónde puede ir un hombre en estas condiciones, mas que al encuen– tro con la muerte? Conductores, no lo olvidéis; uno de vuestros peores enemigos es el alcohol. 125 La motocicleta es un vehículo juvenil y deportivo. Suelen soñar con ella los jóvenes. La consideran como su mejor juguete. Pero, ¡cuánto abusan de ella, de su ruido ensordecedor, de su velocidad a tope por las ca– lles, de la facilidad de escurrirse con ella por entre los coches!... Hasta que un día terminan por estrellarse contra un camión, contra una valla o atropell'ando a un peatón indeciso ... También la moto, en manos de con– ductores juveniles, se ha convertido muchas veces en máquina de matar hombres... 126 La prensa lo ha dicho, y no lo ha rebatido nadie: « Los accidentes de tráfico han costado a los Esta-·

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