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«Stop» a la muerte 43 más horrorizados quedaríamos 'aún si por nuestras ca– lles desfilaran un día todos los mutilados de la carre– tera. Aun faltando los que por su total invalidez no pu– dieran acudir a la cita ... ¿Y qué decir si desfil'aran los féretros de todos los muertos en los accidentes de trá– fico? ¡Macabro desfile, que haría meditar aun a los más frívolos de los caballeros del volante!... Ese desfile disuasorio no se celebrará nunca. Pero no haría falta mucha imaginación para figurárselo. 107 Es inútil persuadir a un borracho a que no conduz– ca; pues él estará convencido de que puede conducir. Pero, ¿será también inútil pedirle antes que sea pru– dente en el beber, cuando tiene que sentarse al volan– te? ¡El remedio, a tiempo! ... Cuando el conocimiento se ha perdido, ya no se puede convencer a nadie. 108 El año 1971, en la República Federal Alemana cinco mil personas perdieron la vida en accidentes de tráfico por conducir en estado de embri'aguez. Los heridos de gravedad por la misma causa, fueron nada menos que cuarenta mil ... Son estadísticas oficiales que hacen pensar a los que son capaces de ello. Pero, por desgracia, hay in– conscientes, a los que pensar y tomar decisiones sen– satas y firmes les parece un imposible. ¡Y seguirán lla– mándose seres racionales! ... 109 Los coches se cruzan veloces en la carretera. Con ellos se cruza infinidad de veces la muerte... Pero a ella no la ven los conductores; más bien la adivinan cuando se encuentran con el esqueleto de un coche

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