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42 P. David de la Calzada que desde tu nacimiento estás haciendo a la eternidad. Pablo VI decía a los camioneros españoles: «¿Quién mejor que vosotros simboliza la Iglesia pe– regrina, en medio del trabajo y la esperanza, siempre en camino a la Jerusalén celestial?». 103 "¡Hoy he vuelto a nacer!», exclaman los que, incom– prensiblemente, se han salvado de un accidente de trá– fico. Oye mi consejo encaminado sólo a tu bien: Si eres peatón, prudencia, porque Dios no va a estar haciendo milagros todos los días para que vuelvas a nacer. Ya le debes el primer nacimiento. Y si eres con– ductor, prudencia también, para que los peatones que no la tengan te deban un nuevo nacimiento, que sería lo mismo que deberte la vida. 104 Si has bebido, te has drogado o estás falto de sueño, no te sientes al volante. Sería una temeridad ... Puedes imaginar con fundamento que la muerte te espera en la carretera... Evitarás su encuentro quedándote en casa ... 105 La muerte en la carretera no suele respetar edades ni estados ni condiciones. En un accidente muere lo mismo el niño que el anciano, el casado que el soltero, el pobre que el rico. Pero hay algo que impone respeto a· la muerte; y es la prudencia. La muerte se hubiera tragado infinitas más vidas de automovilistas y peato– nes, si la prudencia no le hubiera cerrado el paso. 106 Si un día desfilaran por nuestras calles todos los mutilados de la guerra, quedaríamos horrorizados. Pero

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