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«Stop• a la muerte 39 •El pecado de la carretera es pecado contra la pro– pia vida». Lo que, en castellano, quiere decir, pecado de suicidio. Pero también con frecuencia pecado de homicidio. Conductor, conduce, como debe conducir un cristiano. No seas ni suicida ni homicida. No manches tu conciencia con sangre de crimen ... 94 Según estadísticas ofici'ales, el 42 por 100 de las muertes por accidente en la carretera, son de jóvenes entre los veinte y los veinticuatro años. Naturalmente que no entran en este número los que, sin llegar a morir, quedari gravemente heridos e inútiles para el est1Jdio o el trabajo. ¡Carga molesta y dolorosa para sus familias! Y pérdida enorme para la nación, por la cantidad de ciudadanos impedidos, que en nada pueden contribuir a la producción y economía del Estado. Joven: Por tu Patria, por tu familia, ppr ti mismo, sé prudente al conducir. ¡Son muchos los que te necesi– tan!. .. 95 En una estación de servicio de Baviera, a sólo cin– cuenta metros del arranque de una carretera peligrosa y llena de' curvas, decía un cartel: «La reparación de sus frenos cuesta sólo tres marchos; su entierro, ocho– cientos ... ». Y nosotros añadiríamos que no es lo peor perder ochocientos marcos; sino perder la vida, que no se pue– -de recuperar con, todo· el oro del mundo. 96 Dios dice al conductor: -Despacio... Son muchas las maravillas de la natu– raleza que yo ·he sembrado en tu camino para tu recreo

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