BCCCAP00000000000000000001349

38 P. David de la Calzada tera ... No te lances temeraria hacia un·a muerte prema- tura .. . 90 Hay un libro de un famoso escritor contemporáneo que se titula: «La muerte está en el camino». A la en– trada de las grandes carreteras y autopistas podría colo– carse un parecido slogan: «¡Precaución, conductores! ¡La muerte está en la carretera!». Quizá más de uno tomará en serio el aviso. Y quizá se salvara más de una vida. 91 Una tragedia en la carretera reclama la caridad, la asistencia y la ayuda desinteresada de los otros conduc– tores que se encuentran con ella en su camino. No sólo por aquello de «hoy por ti, y mañana por mí». El motivo sería demasiado pobre. Sino porque aquellos accidenta– dos son hijos de Dios y hermanos nuestros. Y porque hay un precepto de amor que debe ser la divisa de los cristianos ... Quien a esos socorre con esos sentimien– tos, sirve a Dios y socorre a la familia. 92 Dicen que los conductores suelen ser muy irritables. Lo que se traduce en un vocabulario, con frecuencia violento y soez. Quizá por eso cuentan que el día que el papá compró un coche de pedales a su niño, éste le su– pi icó: «Papá, ahor·a que ya tengo mi coche, me enseña– rás también tus palabrotas». De caballero de la carretera, no quieras convertirte. por tu lenguaje, en arriero. 93 El arzobispo de Madrid, Mons. Morcillo, decía en 1964:

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz