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«Stop» a la muerte 35 80 ¡Cuidado con la bebida, conductor! De nada valen la luz, la anchura de la carretera ni los indicadores, a aquel a quien el alcohol ha puesto una venda en los ojos ... ¡Cuántos accidentes mortales no han tenido más causa que una copa de más! ... Y es algo que caus·a escalo– fríos presentarse beodos ante el Dios Juez! ... 81 Al llegar a los grandes transformadores de energía eléctrica, solemos topar con un cartel en el que, bajo una calavera y unas tibias atravesadas, se lee: « ¡No tocar! ¡Peligro de muerte!. .. ». Ante el incremento alar– mante de los accidentes de tráfico, es posible que llegue un día en el que haya que poner un parecido cartel a la entrada de nuestras carreteras: « ¡Prudencia, conducto– res, peatones! ¡Peligro de muerte!». 82 Se han compuesto varias oraciones en verso para el caso de tener que viajar en automóvil. He aquí una de ellas: «Angel de la Guarda, / dulce compañía, no quites el ojo / a ese que nos guía. Si ves que se duerme, / o que descarrila, coge tú el volante, / que en ti sí se fía la Guardia Civil y la Policía». (Nicolás Sánchez) 83 De ordinario conducen con más prudencia un hom– bre maduro que un joven, un casado que un soltero. La juventud al volante, es un poco loca y un dema– siado confiada. La madurez es más reflexiva. Son los ·años, la experiencia, la responsabilidad mayor y el re-

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