BCCCAP00000000000000000001349

30 P. David de la Calzada- que me extraña es que, am'ando todos nosotros la vida como la amamos, no demos más importancia a la pru– dencia, que es la que nos la puede preservar ... 61 «De una muerte súbita e inesperada, líbranos, Se– ñor» -rezamos en las Letanías de los Santos. Súbita e inesperada suele ser la muerte en la carretera. Pero no dejemos a Dios todo el trabajo de librarnos. Ayudé– mosle nosotros con nuestras prudentes precauciones y nuestras humildes plegarias. No olvidemos que todo lo puede la oración. 62 Alguien ha dicho que San Cristóbal, Patrono de los automovilistas, se apea cie los coches, cuando éstos rebasan los cien kilómetros por hora. ¿V qué decir en– tonces, cuando rebasan los ciento veinte y los ciento cuarenta? ¡Pobres conductores, abandonados de su Pa– trono y a merced de su locura! ... 63 El Angel de la Guarda no se apea, pero debe cubrir– se los ojos horrorizados cuando rebasas los ciento vein– te por hora... Y debe echarse a llorar cuando pasas de los ciento cuarenta ... Y es que comienza a temer en serio que tú pierdas la vida y él se quede cesante ... Sí, por fin, ocurre lo peor, lo verás por vez primera, pues él te acompañará al tribunal del Juez Divino a rendir cuentas de tu locura... 64 Si nadie quiere morirse, ¿por qué tantas muertes en l'a carretera? La razón es clara: Porque somos tan ne– cios que, queriendo vivir, no nos tomamos la molestia

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz