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28 P. David de la Calzada imprudencia fatal. Pero tú, conductor, no eres niño. Sé prudente, y te evitarás muchos dolores de cabeza. 54 A pesar de las estadísticas, siempre he creído que se dan demasiado pocos accidentes en las calles y ca– rreteras, para la multitud de coches, de conductores in– sensatos y peatones imprudentes. Bien se ve que en el cielo hay un Dios, Padre providente y bueno, y a nues– tro lado un Angel de la Guarda. Procura darles que hacer lo menos posible. 55 El parque automovilístico de España ha aumentado enormemente en los últimos años. Representa ya un verdadero peligro cruzar una calle o plaza de nuestras poblaciones. Para evitar esos peligros, se ha ordenado una limitación en la velocidad y se han coloc'ado los semáforos y los indicadores. Hagámosles caso, por fa– vor... Nos va la vida en ello. 56 Todos los días estamos oyendo a conductores: «No me maté en aquella ocasión, de verdadero milagro» ¡Y luego dicen que ya no hay milagros en el mundo! ... Yo creo que en la carretera los hay todos los días. Dios podría dejarnos abandonados a nuestra insensatez. Pero, como es bueno, muchas veces alarga su mano para detener la muerte. a la que nosotros, con nuestra im– prudencia, habíamos dado cita ... 57 Conductor: Hay dos libritos que debieras tener siem– pre a tu lado: El Código de Circulación, que te enseña a rodar con cierta seguridad por la tierra, y el Catecis-
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