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26 P. Davi.d de la Calzada De los tontos vanidosos que quieren atraer, con l'a velocidad o el ruido, las miradas hacia su coche, líbra– nos, Señor». 47 Las compamas de seguros están hoy de actualidad. Y se hacen seguros de coches, seguros de edificios, etc ... Lo que siempre me ha extrañado es que se hagan también seguros de vida. Y claro, estos seguros, no es que aseguren la vida de aquel que intenta asegurarse, puesto que no hay seguro posible frente a la muerte. Lo que aseguran son los medios de vida a sus familia– res que aquí se quedan. Contra la muerte, el automovi– lista no dispone más que de un relativo seguro tempo– ral, y éste se llama prudencia. 48 Los automovilistas cristianos siempre hacen la se– ñ'al de la cruz al poner el coche en marcha. Y los viaje– ros piadosos siempre rezan alguna oración pidiendo a Dios la gracia de llegar sanos y buenos ... Hay quien no lo hace por la cobardía de los respetos humanos. Pero todos sabemos que, adonde no llega l·a prudencia, llega Dios. Y que hay ocasiones en las que sólo El neis puede salvar. Dios puede todavía más que un conductor perito y prudente ... No lo olvidemos ... 49 «Ten cuidado. Conduce con prudencia. Vete despa– cio» -te dicen tu madre y tu esposa cuando subes al coche. Este es el consejo de los que bien te q1,.1ieren. Por tanto, no lo consideres como una rutina pesada y cargante. Piensa, más bien, que a ti te va la vida en ello. Y si algo te ocurriera por imprudente, a los tuyos les dejarías una herencia de lágrimas, de lutos y tal vez de miseria...

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