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«Stop» · a · la · muerte 21 28 Cerca de medio centenar de millones de seres hu– manos se tragó la última guerra mundial. La guerra de la carretera se ha tragado ya, en la corta historia del automóvil, más víctimas que muchas guerras. Pensando esto, no es. para tomar el volante entre las manos como se toma un juguete. 29 El conductor necesita de un carnet que acredite su capacidad y preparación para conducir. ¿Por qué no se le exige al peatón otro carnet que acredite su prepara– ción para moverse por las calles y carreteras de un país civilizado? De nada le vale al conductor su pericia, si se encuentra con peatones que ignoran sus deberes de tales y no .respetan ni semáforos ni indicadores. 30 Conductor: No coquetees con la muerte ... Su abra– zo es frío y despiadado ... Y tras esto, el encuentro con lo misterioso y definitivo. Tú que has pasado tantas fronteras y aduanas, teme, sobre todo, la de la eterni– dad, donde se hará justicia a los conductores irrespon– sables. ¡Mala prep·aración para este encuentro, la de la imprudencia suicida! 31 Hay en el calendario del año un día al que se ha lla– mado «el día sin accidentes» en la carretera. Ya se ha celebrado bastantes veces. Pero mejor pudiéramos lla– mélrlo «el día de la mentira», porque todavía no se ha dado ni uno solo de esos días sin accidentes. V el de la culpa: de ordinario, no es el coche, sino el que lo conduce. ¿No cabría un poco de esfuerzo por su parte

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