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144 P. David de la Calzada char en regla en aquellos que llevan una vida sedentaria. Hazme caso y te beneficiarás enormemente. Para los pequeños desplazamientos dentro de tu ciudad, no uses el automóvil. Camina. Te lo agradecerán tus nervios, tu corazón y tus pulmones. Y si tienes la suerte de llegar a viejo, tu vejez será más feliz, por padecer menos ·acha– ques. 399 Se quejan muchos de que la justicia de hoy es lenta. La vista de las causas se retrasa años. No se da abasto a los casos que ocurren. Se necesitan más juzgados para agilizar la administración de justicia. Y es que el capítulo de los accidentes de automóvil no existía antes. Y ahora es uno de los principales capí– tulos de que tienen que ocuparse los juzgados. ¿Cómo tramitar prontamente en los tribunales esos asuntos, cuando los accidentes de automóvil aumentan cada día? Es muy posible que si los accidentes de carretera dismi– nuyeran sensiblemente, los tribunales de justicia se sin– tieran muy aliviados y nadie tuviera que esperar años para que tramitaran su asunto. En nuestro poder está disminuir el porcentaje de ac– cidentes. Hagamos algo por conseguirlo. Aliviaríamos el trabajo de la justicia, nos libraríamos de sensibles des– embolsos y nos evitaríamos muchos dolores de cabeza. 400 Al que con su coche haya matado a una persona en la carretera, yo le auguro que va a tener remordimientos para toda la vida. La imaginación le presentará mil veces al vivo la imagen trágica de aquel cuerpo destrozado y deshecho en sangre ... Y la conciencia le dirá mil veces con faz severa: «¿Dónde está tu hermano?». Por la paz de tu alma, haz lo posible por evitarte es·as

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