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142 P. David de la Calzada al hombre de nuestro siglo, que tantos bienes reporta a la humanidad. Pero no todo es dicha y felicidad lo que el automóvil nos proporciona. Aparte de la infinidad de muertos que deja en la carretera, hay otros males físicos, por los que nos trae, aunque con mayor lentitud, la muerte. El benzopireno es un gas tóxico que desprende el motor en la combustión de la gasolina, y éste tambión hace sus estragos. Oigamos al director del Instituto Gaslini de Génova. profesor Carlos Sistori. Según él, el benzopireno es el mayor responsable de los cánceres pulmonares, gástri– cos, intestinales y de próstata, que se producen con ma– yor frecuencia en las ciu~ades que en el campo. En Milán, por ejemplo, se ha comprobado que el 23 por cier.to de las defunciones son debidas al cáncer, y el promedio de vida de sus habitantes (68 años) es sensi– blemente inferior al de los que viven lejos de la ciudad, del tráfico y de la contaminación (77 años). Por lo que se ve, el peligro de los automóviles no afecta sólo a los que los utilizan, sino también a los que se mueven en esa atmósfera contaminada por ellos. Una prolongada cura de campo nos vendría muy bien a todos. 394 Ocurre hoy en la circulación algo parecido a lo que ocurre con la economía pública. Esta está en crisis y exige drásticas medidas para salvarla. Pero eso resulta molesto, y nadie quiere apretarse el cinturón. La vida humana también está en crisis. Se extingue profusamente sobre el asfalto de la carretera. Para sal– var tantas vidas amenazadas se exigen drásticas medi– das de prudencia en conductores y peatones. Pero son demasiado pocos los que quieren molestarse en adoptar– las. Y se sigue corriendo sin cuidado alguno, mientras

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