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«Stop» a la muerte 141 a otro, para ir al encuentro de los hermanos, par'a admi– rar las maravillas de tu creación, para hacer más agra– dable nuestra vida. Te pedirnos sensatez, cordura, buen ánimo, generosidad para saber usar y conducir este ,coche que hoy pones en nuestras manos». 391 Parece que está comprobado que el humo que suel– tan los automóviles contiene 12 unidades de benzopi– ren.o, frente a las cinco de la industria y las dos de las ,calefacciones. Sabido es que el benzopireno tiene una acción cancerígena doble de la que se atribuye a la ni– cotina del tabaco. No es fácil escapar de ese gas tóxico paseando por las calles de la ciudad, atiborradas de coches en marcha. Pero, ¿por qué no hacer más esca– padas al campo para desintoxicar nuestros pulmones de ese veneno de la urbe? Indudablemente que los casos de cáncer serían muchos menos. 392 F.I Cardenal Luciani escribía de las salidas domingue– ras en piar, de descanso: «Uno re<;orre el domingo ciento cincuenta kilómetros para llegar a Cortina o a Jesolo, a lo largo de una carre– tera emboi:ellada; después de la misa, un paseo, la co– mída y un rato de charla; luego, vuelta a casa, al volan– te, metiéndose en una fila interminable de coches, in– tentando o realizando continuamente adelantamientos difíciles, esquivando parachoques, tomando curvas peli– grosas; si llega a casa sano y salvo, ya puede dar gracias a Dios y decir que ha hecho algo distinto de lo habitual, pero también que no ha descansado». 393 Automóvil: máquina preciosa, regalo de la civilización

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