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1 Conductores, peatones: Afortunadamente todos nosotros estamos vivos. leed y meditad cada día uno de estos pensamientos. Su lectura no os llevará ni medio minuto. Y tal vez ello signifique para vosotros la adopción de unas pruden– tes medidas de seguridad que protejan nuestras vidas y las de otras personas hasta una prolongada vejez. Hacer la experiencia vale la pena. Mañana me acercaré a vosotros con una nueva re– flexión y pasado mañana y al otro día y al otro. Que al IIE!gar a la última página podamos alegrarnos todos y dar gracias a Dios por la vida y la salud conservadas. Esa vida y salud que tantas y tan maravillosas posibili– dades nos ofrecen para este mundo y para el otro. 2 « La carretera sangra... ». « El asfalto huele a muer– to ... ». «Ese matadero de hombres». •lo que importa ,es llegar... » «La muerte en la carretera ... » «El asfalto, ca~a d~ra para morir... ». He ahí los posibles títulos de otras tantas películas que quizá nunca se lleguen a hacer. Pero esos títulos responden a trágicas realidades que todos los días se están dando en el mundo. ¿Por qué el cine, la radio y la televisión 'nb 'intensifican sus campañas s'alvadoras, a medida que aumentan los accidentes de la carretera? Todo debe parecernos poco cuando anda en juego la vida humana. ,

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