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«Stop,, a fa muerte 119 personas. Ya podemos asegurarlo sin miedo para este próximo fin de semana. Y no serán muertes que se sa– quen a suerte de una bolsa. Serán muertes que ocurri– rán la mayor parte por culpa de ellos. Y sin embargo, ¡ lo incomprensible!, subirán tan tran– quilos al automóvil y se lanzarán a la carretera sin la me– nor preocupación, como si nada pudiera ocurrir. ¡Hay ca– sos que hacen temer por nuestra salud mental! 332 Yo conozco ricos, ricos, que no tienen coche. Y no lo toman como algo humillante para su posición. Cuando tienen que desplazarse toman un tax'i; y cuando el ser– vicio termina, lo pagan y en paz. ¿ Ventajas? Muchas. Van más seguros, se libran de las preocupaciones y nerviosismo de las largas horas al volante, no tienen que preocuparse de la limpieza y con– servación del vehículo ni de las reparaciones ni Jel ga– raje, dan qué ganar al taxista, contribuyen a la disminu– ción del tráfico rodado con los peligros consiguientes, etc ... Sólo le veo un inconveniente: Que esto puede dis– minuir las ventas de coches, con perjuicio para las em– presas constructoras. Y es que no hay bien que no pue– da traer algún mal. 333 Hoy los viajes se hacen muy cómodos y entretenidos. Ya no es sólo el confort del coche, la variedad de los paisajes y el diálogo animado con los que nos acampa• ñan. Es también la música de la radio o del magnetó– fono, son los diarios hablados y los seriales los que nos hacen olvidar las distancias y las horas en la carretera. ¡Ni soñado por nuestros abuelos! Pero la técnica y el confort también se cobran sus

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