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104 P. David de la Calzada es notable, puede excusar de la oblig'ación de oír misa el domingo o día festivo. Esa distancia excusante la ponen en cuatro o cinco kilómetros si es que hay que hacerla a pie. Pero, ¿qué decir si disponemos de un coche a la puerta de casa? En este caso -dicen-, «el esfuerzo debería ser equivalente al que se le pide al que tiene que ir a pie cinco kilómetros». Lo que quiere decir que para éstos se necesita mucha mayor dis– tancia. ¡Que no vaya a haber coche para ir de fiesta, de paseo, de caza o de pesca, y sólo falte para ir a misa, porque la iglesia está a cuatro o cinco kilómetros! 293 En los fines de semana y en el veraneo aumenta desmesuradamente el tráfico por nuestras carreteras. Somos los esp'añoles y son los millones de turistas ex– tranjeros que aquí pasan sus vacaciones. Con ello tam– bién aumentan considerablemente los peligros de la vida humana. No es lo mismo cuando hay quinientos co– ches rodando por la carretera que cuando hay veinte mil. Razón de más para redoblar todas las precaucio– nes al conducir por esas fechas. Lo prescriben la pru– dencia, el sentido común y el quinto Mandamiento de la Ley de Dios. 294 A la entrada de los pueblos y villas te encontrarás con un cartel indicador de las horas en que allí se cele– bran las misas del domingo. Si es hoy ese día, una pre– gunta: ¿Has cumplido ya con esa obligación de todo cristiano? ¿La han cumplido esos que van contigo en el coche? Si todavía no, ¿sabes si llegarás a tiempo para cumplir la obligación en otra parte? Aprovechar la opor– tunidad que se ofrece a tu p'aso es el mejor modo de

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