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El don de agilidad te hará vencedor de todas las distan– cias y velocidades, sin necesidad del volante ni las rue– das ni el motor ni la gasolina. Lector amigo: Este libro no está hecho para que lo leas de un tirón ni de unas cuantas sentadas. A 1·as po– cas páginas se te habría indigestado, por la reincidencia en el mismo tema. Este libro está hecho intencionada– mente para que lo lleves contigo en el coche, como el mejor compañero de viaje. Para que cada día, al sentarte al volante, y antes de poner el motor en marcha, leas uno sólo de estos pensamientos y lo medites. Así es como cada día podrás encontrar en el libro una sorpresa, e insensiblemente irá consolidándose en ti el sentido de la responsabilidad, para vel·ar con suma prudencia por tu vida, las de aquellos que viajen contigo y las de los otros con los que puedas encontrarte. «STOP A LA MUERTE» podrá parecer un título pre– suntuoso para un libro, pues nadie posee el secreto de detenerla cuando llegue su hora. ¡Todos tenemos que morir! Está decretado. Moriremos en la carretera, en la calle, en nuestra cama o en el hospital. Pero moriremos. «STOP A LA MUERTE» quiere persuadirnos de que la prudencia puede evitar muchas muertes a destiempo pilotando un coche. No cabe duda de que, si fuéramos todos prudentes, se evitarían muchísimas muertes en la carretera. Y si todos fuéramos unos temerarios irrespon– sables, esas muertes violentas se multiplicarían hasta lo infinito. Tan sencillo como esto. Entonces, ¿por qué no ser todos prudentes, pudien– do evitar con ello tantas desgracias? De eso nos ocu– paremos en este libro, para que sea de verdad para mu– chos, eso: «STOP A LA MUERTE». ¡Que Dios te acompañe siempre y te conceda la ale– gría del regreso! Tu incondicional amigo. El Autor

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