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<!iónpara el desarrollo de lt1¡ prueba', no .lleva• réis á mal que insista ·eft ella cc{n algúrt mayor detenimiento. ·A:firrn:0 1 pues, que el -liorubretodo, y por ,consiguientetanto scis facultades Sensiti- v,as como las intelectivas; se encuentran roq.ea – das como de tres zonas concéntricas, las cuales, segúg su mayor ó menor alejamiento, mllrcan · la~ diStintas intensidades con que. á ellas llega la acción de nuestra alm,a. Aplicando esta .teoría · ' general, por vía de ejen:Iplot al sentido dé. la vis~ . ta, poclrfámos distinguir las tres mencionadas zonas con los nombres de zona de la visión dis– tinta, zona, de Ja visión confusa y . zoná en que éesa de.serposibleta, visión. ._· .· . . . . .. - Ou~ndo dirigimos nuestra mirada á 'los objetos qtie se hallan sifüaclps en la primera zona de la visión, ósea en. la. ZOila de la; visión distinta, nos' es fá;cil a,p'reciar su color ;y fü.tsta el matiz má;s ói •menos acentuado, que ésta: presenta; juz-- , gamos d(} sus dimensiones. y. d'e las diferencias que, :de&de este punto de vtsta, ofrecen los µnoa respeéto a.eJÓs otros; apreciamos con exactitud la f 01!ma geométrica que los encierra y, en ge--_ nel'al, llegamos á tener de ellos un concepto cla- - ro), tlístilito,-·sin'ningún género de ambigüedades · ni de vacilaciones. Pero si desde esta prim.era zona, trasl¡idamos. nuestra mirada: á los objetos . pérteheciénte.s á la ionª de la visión co~fusa, todo eañibfará de ás@ecto, y ya no podremos · apreciar con clárldad los. colores que los bailan, niju¡zgar de su.intensidad ni dé sus matices; .se

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