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- il9 - fa civilización; han logrado sustraerse á lo.a eerrores en. que ca.en los entendimlentos,siempre .que pretenden prescinc.iide ·1as luc~s de la R.e- · ·velación divina. Y ¡cosa extrafia, ·sefioresl los errores que de la privaci(m, ó desconócimiento · ,de J<1, Revelación, se otiginan, han tomado slem– ¡pre. dos rumbos opuestos; ·pues mientras unos ,coridu,cen al fanatismo, á la superstición, y á las 1prácticas de la magia, los· otros, llegan., en su ;última.transformación, á confundirse con el es– ,cepticismo y l-"\Ofila increc;lulidad. · Este fe1iómeno constS,nte debería, por sí solo, ,servirp.os de .indJcio .de que, entre· aquellos dos ,extremos, .se encuentta la verdad. ~,Extraño pa- · recerá, quizás,; deciaHalmes, enláce semejante, y que extravíos tan opoostos puedan dima.nar de ·un mismo origen; y, sin embargo, n·ada hay más. -cierto; viniendo en esta parte los ejemplos ele la / · historia á confirmar las lécciories· de lá filoso– fía» (1). Una pintura de lo que, desde este pun• to de vista, eran los pueblos cultos de la anti, :güedad, podría parece::- vaga y declamatoria; pero una rápida ojeada á lo qu.e · se echa de ver . en el fondo 1de nuestras sociedades europea~, baíiadaa por la luz de :oda clase de progre.sos; no dejaría· de ser; en gran manera, it1struet1Va: Es indudable que, en nuestl'os tiempos¡la fe:r- · (1) ElProtestantismo comparado con el Cafoíw•'fl! -en sus relacfoms con la civilización europ6tc, cwr/K l- . ij •

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