22 consagrándole algún tiempo diario y fijándose e1t su contenido, su belleza y trascendencia. 2. Es conveniente adquirir algunas obras de autores calificados, en las cuales encon– tremos la exégesis y comentarios en general, así como las soluciones de los problemas básicos. 3. Trátese de conocer el sentido inmediatamente literal del pasaje, considerándolo a través de toda la historia de la Revelación, consultando las obras mejores, 'prin– cipalmente la Concordancia Bíblica, esto es, una especie de. diccion~o bfülico que muestra rápidamente todos los lugares en qué se repite la palabra o tema. A estas Concordancias también se acostumbra a dar el nombre de "Paralelos". 4. Léase la Biblia con gusto, con amor. Es preciso aprender a orar con el texto de la Biblia. No se trata de utilizar solamente las oraciones de la Biblia; más que }¡is palabras, lo que importa es el movimiento del Espíritu inspirador que lleva a los corazones hasta la contemplación del Padre en su Palabra. Y, para esta elevación, existen en la Biblia páginas que tienen un gran valor, por ejemplo, las del Evangelio .de San Juan y las Cartas de San Pablo; lo que no quiere decir que las otras páginas de las Sagradas Escrituras no puedan elevamos a esta comunicación misteriosa. Lo que interesa es leer con fe y con amor, escuchando humildemente la voz dulce y penetrante del Espíritq Santo. De este .modo las pala– bras pasarán a ser casi una armonía interior y celeste de la cual el alma se deja penetrar. NOTA: Todas estas normas tratemos de ponerlas en práctica en el método de que ya hemos hablado, "Cursillos Bíblicos".

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